De toda la transformación que ha experimentado la fotografía de boda, el reportaje de Postboda es, en mi opinión, la guinda para un pastel perfecto. Si en la sección de boda hablaba de la importancia de no detener el curso de los acontecimientos, en esta sección debo empezar admitiendo que ese factor tiene una cara B.

Para no parar el transcurso del evento, muchas parejas optan por no realizar reportaje de pareja el mismo día de la boda, o hacerlo de manera muy breve invirtiendo no más de 15 minutos. De este modo, pueden emplear todo su tiempo en estar con sus invitados, disfrutar del cóctel y vivir sin interrupciones su gran día. Aunque, obviamente, esto está en la mano de cada pareja, reconozco que adoro esta idea y apuesto firmemente por la Postboda.

Para empezar, hay que admitir que en una Postboda todo está de cara: vosotros estáis menos preocupados por el tiempo, podéis estar relajados sin pensar en lo que está sucediendo en la boda, controlamos perfectamente la luz, no estamos presionados por el reloj, podemos elegir un sitio especial y, a fin de cuentas, contamos con muchos más recursos de tiempo que en vuestro gran día. Todos estos factores unidos son los que me hacen un fiel defensor de las postbodas y los que me llevan a decir que es uno de mis momentos favoritos de cada reportaje.